Es que a veces me siento como esa hormiga.......haciendo un tremendo esfuerzo....para luego....
Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.
La muerte y otras sorpresas
(Mario Benedetti)
22 comentarios:
benedetti. que bien, y yo que pensaba contarle ese cuento a mi sobrinita.
Simplemente genial Benedetti, gran cuento con sorprendente y tragicomico final.
Debes seguir haciendo el esfuerzo de esa hormiga como lo hacemos cada uno de nosotros en nuestras vidas, muchas veces tambien me siento como tu, pero aprendi que no hay que estar siempre preocupados del final, tambien hay que disfrutar del camino que nos llevará hasta el.
Un Beso.
me gusta reencontarme con la lectura que me hace soñar que me hace pensar y sobre todo al final de mi agrado visual...reflexiono...
Abrazos
darkromanticism se deleita con las letras encontardas en este blog y se regocija al saber que regresara a disfrutar de tus escritos...
por cierto darkromanticism felicita a los maestos de profesion...
Buenísimo Benedetti!
Si, todos nos sentimos alguna vez esa hormiga pero la cuestíón es no abandonar la lucha, mantener el esfuerzo cada uno en lo suyo y ...ya sé que no es fácil.!!!..pero es así vivir.
Te invito a que disfrutemos de las cosas buenas que tengamos frente, que la misma vida nos entrega y compartamos juntas la lucha, la tristeza, las lágrimas ..pero también las alegrías y una linda amistad..
Me despido con un cariño grande y hasta pronto..
je! Mario es un fenómeno para ilustrar con palabras...
Un abrazo, querida!
Lo digo de verdad, es maravilloso compartir con gente como vos, y si te hace bien me pone feliz, porque a mí me pasa lo mismo. Este continuo visitar diferentes personas y y historias me está ayudando a llevar adelante la mía y a levantar mi ánimo que se cáe bastante seguido.. Ya mejorarán las cosas...Estoy segura. Ahora yo te doy las gracias a vos. Hasta siempre!!
ME SIENTO FELIZ DE NO SER UNA HORMIGUITA A PESAR DE QUE ESTAMOS EXPUESTOS Y SOMOS VULNERABLES A LAS PRESIONES DEL DEDO PULGAR O PKS QUIEN QUERAMOS O NO DIRIGE NUESTRAS VIDAS...
Chuhca..la verdad hay veces que hay factores externos que nunca controlaremos..no basta con el esfuerzo, no basta con las ganas, siempre se necesita esa pequeñita dosis de suerte que evite esos dedos pulgares en el camino para poder superarnos.-
Cuídate.-
Benedetti ha de ser, junto con García Márquez y Nicanor Parra, uno de los últimos mitos vivientes de la Literatura Latinoamericana.
Para resumir el cuento..."nadar para morir en la orilla". Igual, cada experiencia es única y digna de vivirse. Saludos cordiales.
EXTERMINADOR DE HORMIGAS DICEN QUE SOY DESDE AÑOS YA QUE INVADEN EL HOGAR Y JARDIN ....LINDO CUENTO SOBRE LAS TAN LABORIOSAS MARABUNTA`S QUE VIVEN FELICES PARA DEJAR EN ESTE MUNDO SUS HUELLAS...
Lo que no sabia Benedetti es que las hormigas nunca mueren porque siempre estan unidas,lo que no hacen los seres humanos que mueren y viven solos.
iNTERESANTE CUENTO DE LA HORMIGUITA., LASTIMA QUE LA HAYAN APLASTADO EL DEDO.
Y RESPONDIENDOTE A LO QUE DIJISTE EN MI BLOG....LA CICLOTIMIA ES TRATABLE, LOS PACIENTES DE PARKINSON PUEDEN PADECERLA,. SOLO SE TRATA (AL IGUAL QUE LA ENFERMEDAD DE PARKINSON) DE ADAPTARSE A LO QUE TIENES, QUE AUNQUE ES ALGO MOLESTO TE ACOSTUMBRAS...
Negrita ,no me vasa creer, pero no conozco al sr. Beneddeti, recièn me entero de su existencia, pero si ,a veces me siento sobrepasada de tanta responsabilidad sobre mi , y ya a no va a poder sin ayuda, a propòsito el cuento es hermoso peo sobretodo que deja una enseñanza y el final es tan trite. que penaaaaa
Un beso
Estimada Erika, de tanto en tanto frecuento tus páginas y asi disfrutar de lo que nos dejas escrito. No se si la fotografía sera actual, pero te encuentro "bomba", estas muy bien.Del relato que cada uno saque la moraleja que más le guste.
Un abrazo
Hola Erika.. quería pasar a saludarte y dejarte un cariño grande..Hasta prontito!!
A veces nos pasa de pensar para que el esfuerzo... Yo hasta ahora me solia responder, por mis hijos, pero me parece que deberiamos pensar en nosotras tambien. Tenemos nada menos que nuestra vida, hoy me entere de 2 muertes de gente conocida y pense más que nunca: hoy estamos, mañana... (?)
Alguna vez todos nos hemso sentido como esa hormiga, El chiste es no tirar al toalla
Érika, Una compañera de trabajo se cayò y se ha fracturado el fémur. Tienen que colocarle una operaciòn total de cadera, y despuès esperar...
He pensado en ella leyendo tu relato..
Debemos hacer todo lo que podamos para sentirnos bien... así cuando llegue el pulgar a aplastarnos podremos estar un poco màs tranquilos.
Zenia
http://imaginados.blogia.com
Erika ..gracias por estar siempre ahí..
Te mando un cariño grande y espero que sigamos comunicándonos con continuidad para poder mantener la comunicación y alimentar ésta linda amistad..
Un abrazo grande,hasta siempre!!!
pero cuál es la idea? dejar de esforzarse y entregarse a la suerte? o reconocer el valor de la hormiga, e identificarse... me recuerda el cuento de las ranitas en la crema... si he de morir: no quiero que sea un segundo antes de que haya llegado mi hora...
Un gran blog el tuyo y muy bien trabajado, si tienes un momento y quieres
entrar en el nuestro http://telamamaria.blogspot.com, si ya sabemos suena raro, peró te encontrarás con un blog irreverente, iconoclasta, ecléctico y libertario, en Reus - Catalunya
Gracias por este rato
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